Aplausos merecidos

soler-munoz-unoUn prestigioso profesional de la Anestesiología y Reanimación en Cuba fue homenajeado anoche en la ceremonia inaugural del noveno congreso cubano de la especialidad. 

El hecho aconteció en la sala 1930 del emblemático Hotel Nacional de Cuba y la persona congratulada fue el profesor Ariel Soler Muñoz, quien ha dedicado más de 50 años de labor a la citada disciplina.

Esta mañana, en uno de los salones de esa sede, percibo su emoción cuando expresa la estrecha relación que establece el anestesiólogo con el paciente; antes, durante y después del acto quirúrgico. Ese vínculo, asegura, se manifiesta minuto a minuto, latido a latido...

Recuerda, con satisfacción, la aplicación del recurso para evitar el dolor postquirúrgico que estuvo basado en la morfina liofilizada. Eso ocurrió por la década de los 80, comenta.

Con 81 años de existencia, rememora cómo era su actividad en los 50 y cómo es hoy donde existen equipos para "medir el sueño anestésico".  

Soler Muñoz confiesa que deseó ser cirujano al iniciar su carrera en el ámbito médico; sin embargo, la Anestesiología tenía atractivos para mi, es como tratar a una mujer; uno necesita conocerla para saber si le gusta, algo similar me ocurrió con la Anestesiología.

Con mirada reflexiva, siente alegría por los avances de la especialidad en Cuba, aunque también señala que debe tener un mayor reconocimiento en el área científica y social.

Considera que cuatro años son suficientes para formar un especialista de cierto nivel y también avaló que los últimos seis meses de ese último año sean dedicados a la atención pediátrica.

Menciono la entrega del diploma de reconocimiento por su destacada trayectoria, otorgado por la Sociedad Cubana de Anestesiología y Reanimación que llega al aniversario 60 de su fundación...

Qué sintió ud. en ese momento, indago; estaba profundamente emocionado; mientras mis compañeros aplaudían no sabía si merecía ese reconocimiento; después lo acepté...

Me despido de este baluarte de la Anestesiología y Reanimación en Cuba y me marcho con la certeza de que los aplausos fueron merecidos. (JNM)